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12 de octubre de 2016
Brasil: ¿buscando el rumbo?
Larrainvial
Martín Benítez, portfolio manager Latinoamérica de LarrainVial Asset Management. No cabe duda que en los últimos años Brasil ha sido una completa decepción. En materia económica, año tras año el crecimiento ha sido menor a lo originalmente esperado y este 2015 el país está cayendo en la recesión más profunda de los últimos 25 años. Hace no mucho se hablaba del milagro brasileño y como su modelo había logrado sacar a 30 millones de personas de la pobreza y ser parte de esta nueva clase media impulsando el consumo, verdadero motor del crecimiento. Hoy, en cambio, se debate de qué tan sostenible es que estas personas se mantengan fuera de la pobreza y no vuelvan caer en ella cuando el desempleo recién comienza a manifestarse.
Brasil llenaba titulares en la prensa mundial con las excentricidades de Eike Batista, la cara visible del neo corporativismo brasileño donde unas pocas empresas, elegidas por el estado, eran llamadas a ser campeones mundiales con el gentil auspicio del BNDES y sus generosos préstamos a tasas subsidiadas.
En materia política, pasó de tener un presidente como Lula, aclamado por todos y sindicado como uno de los creadores del nuevo modelo de crecimiento brasilero, a estar involucrado en el mayor escándalo de corrupción en la historia del país, el denominado caso Lava Jato, un verdadero esquema destinado a defraudar a la principal empresa local: Petrobras.
Están quedando en evidencias las grandes falencias de Brasil. El caso Lava Jato ya tiene procesado a casi un centenar de personas, incluidas a altos ejecutivos de empresas como la misma Petrobras y de muchas otras que fueron parte del esquema fraudulento. En términos financieros, Petrobras ya ha caído más de 75% en dólares en los últimos cinco años, evidencia de que el mercado de alguna forma ya tiene incorporado las irregularidades y decisiones del gobierno de usar a la empresa para objetivos distintos al de maximizar el retorno para los accionistas. Eike Batista y su imperio, que llegó a valer más de USD 50 mil millones en su peak, hoy está en la bancarrota. A su vez, muchos precios se han ajustado, como la moneda que vale menos que la mitad que hace tres años. Los precios de los arriendos por metro cuadrado de oficinas prime en Sao Paulo, que hace poco tiempo valían más que las mejores ubicaciones de Nueva York, Londres o Hong Kong, hoy valen lo mismo que en Santiago.
Sin embargo, si hasta hace poco el único motor del crecimiento nacional era el gasto público y el consumo, hoy esos dos elementos son parte central del ajuste que está viviendo Brasil. Por un lado el nuevo ministro de finanzas, Joaquim Levy, está haciendo un gran trabajo en ordenar las finanzas públicas con recortes presupuestarios y eliminación de excepciones tributarias sin precedentes en la historia reciente del país. Hoy ya no es posible la creación de otro “campeón mundial”, ya que el BNDES no presta los montos ni a las tasas que lo hacía antes. También se anunció un ambicioso plan de infraestructura donde los privados son los actores claves, no el estado.
De alguna forma, Brasil podría estar viviendo los primeros indicios de creación de nuevos cimientos para el crecimiento futuro. Uno que sea mucho más sólido, que descanse menos en el endeudamiento estatal y privado, en que la productividad y la eficiencia sean primordiales. Donde la política y el mundo corporativo dejen de estar tan perversamente relacionados. Donde el país se abra al mundo y deje de enfocarse en bloques comerciales como el Mercosur.
Es de esperar que el 2016 se empiecen a ver las primeras muestras de un Brasil que vuelve al crecimiento, una versión mejorada de la opaca vista hasta ahora. Los juegos olímpicos de Río 2016 pueden ser el escenario ideal para mostrar, además de la ciudad maravillosa, un país renovado que deje atrás todas las ínfulas de la última década.
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